Imagina, por un momento, que el infierno estuviera más cerca de lo que crees. Que de las puertas del averno no hubieran estratos, mantos freáticos, ni núcleos que te separaran. Imagina, que el Diablo y sus acólitos convivan tan cerca de ti que puedas cruzarte con ellos una noche cualquiera o verles pedir un larios con limón en el bar que frecuentas. Aquí, en Barcelona, en Navarra, donde tú estás. Imagina que el hijo de tu vecina, terminara las tardes jugando a la Playstation en la morada del mismísimo Demonio. Esto, es «El Diablo en cada esquina» la última novela de Jordi Ledesma Álvarez.
Una novela negra, negrísima. Tan negra, que decir que la vas a devorar es quedarse corto. El libro te asalta sobre las manos. Te mira de frente, como si quisiera encañonarte. Te empuja y te hace entrar de cabeza. Y poniéndose un dedo en los labios, te dice en un susurro: «Calla y observa».
«El Diablo en cada esquina» es una historia coral donde cuatro personajes dispares se ven arrastrados a confluir en una turbia trama de miedos, traiciones y venganzas. Les arrastra su propia verdad y su vileza. Es una historia de malos. Cuesta tomar partido por alguno de ellos y lo único que te permite la historia, es sorprenderte con la capacidad innata e ilimitada que todos tienen para demostrar su malignidad.
Un niño de papá aburrido y adicto que devanea con la muerte. Una puta tan ingenua como codiciosa. Un policía corrupto falto hasta de alma y un ex-militar convertido en asesino a sueldo vocacional. Los cuatro serán, en ocasiones sin saberlo, esbirros de otros tantos cerebros criminales, que gobernarán sus vidas en su fatal avanzar por caminos que los terminarán juntando.
La novela se desarrolla a velocidad de vértigo. No hay tiempo para concesiones y nada está dejado a la gratuidad. En palabras del autor, «El Diablo en cada esquina» es un speedball, un auténtico chute de adrenalina que corre como una mecha encendida hacia un final explosivo. Tan contundente y demoledor que te deja sin aire. Y con una presencia tan clara del demonio en la Tierra, que casi huele a azufre cuando llegas a la última página.
Jordi Ledesma consigue un par de cosas muy importantes con esta novela. Por un lado, se aleja completamente de su primer trabajo «Narcolepsia» y ofrece una novela estructural y conceptualmente diferente. Por otro, construye los hechos tal cual son. Desde una narrativa periodística y escrita prácticamente en presente, ofrece flashes constantes de lo que acontece. No toma parte por nadie y sólo observa. Así, consigue dotar a la narración de una gran verosimilitud. Te crees los personajes y lo que les sucede. Hace de lo normal, dantesco. Construye imágenes absolutamente reales, como la muerte prácticamente absurda de uno de los personajes.
Quizás falte algo más de narración en ciertos pasajes del hilo conductor. Hay algún momento, en que la celeridad por contar las cosas y por no andarse por las ramas, hace que te plantees más preguntas argumentales de la cuenta. Pero esa es, si cabe, parte de la magia de esta novela. El resto lo pone esa sensación de tener al Diablo respirando cerca y la simbología premonitoria de un cuadro pintado alla prima.
El Club de Novela Negra de Altafulla le otorga a «El Diablo en cada esquina» una puntuación de 7,4.
José Manuel Ruiz.
Dona gust llegirte José Manuel!!! M’has permés veure coses amb el teu comentari que m’havien passat desapercebudes amb la llectura del llibre.
A mi em va agradar força el diablo. Espero que el Jordi Ledesma no trigui gaire en treure un altre llibre i que aquest tingui molt d’èxit.
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“EL DIABLO EN CADA ESQUINA” de Jordi Ledesma
José Manuel et felicito per la narrativa al descriure la teva percepció d’aquesta novel·la negra, negríssima, que jo, no diria que es tant negra ni tant “Opera Prima” com tu m’has fet creure-hi. Estic d’acord en el precipitat dels fets i la inquietud que provoca, no donant pas a la interrupció de la seva lectura, però el final, com tu dius, “que casi huele a azufre cuando llegas a la última pàgina.”: El diable traïciona l’autor portant-se a tots els protagonistes a la seva “morada” en un sol acte, resolent la història de forma improvisada. Tinc la sensació que Jordi Ledesma també es va perdre darrera del Maligna.
Nota: Hi ha una llarga tradició cultural que el element 16 de la tabla periòdica s’associa amb Satanàs i la seva “morada”.
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